viernes, 13 de septiembre de 2013

B.B. King - Live At The Regal


Entre 1962 y 1964 se grabaron tres de los mejores directos de todos los tiempos: James Brown - Live At The Apollo, Sam Cooke - Live At The Harlem Square Club 1963 y B.B. King - Live At The Regal. Da igual el orden en que se quieran colocar, son tres pedazos de la historia de la música del siglo XX y es extraño que coincidieran en pocos años unos discos tan fundamentales, unas actuaciones tan tremendas, con un sonido estupendo y una fogosidad similar por parte del público como común denominador. Aunque el de Sam Cooke no se editó por primera vez hasta 1985, muchos años después de su muerte, los otros dos marcaron un punto y aparte en las carreras James Brown y B.B. King. Tanto el de Apollo como el de Harlem Square Club han tenido varias ediciones, en algunos casos con mezclas diferentes o temas extras, pero Live At The Regal, aunque ha conocido reediciones de todo tipo (yo tengo aparte del vinilo una soberbia edición en cd dorado que suena a gloria bendita), nunca ha tenido modificaciones y siempre ha permanecido intacto e inalterado desde la primera versión que salió, a excepción, quizás, de la ausencia de una de las presentaciones. La perfección que se alcanza en este disco es tal que se me hace difícil de creer que una edición con temas añadidos lo pueda hacer mejor, aunque claro que me gustaría que salieran a la luz otras grabaciones de esa época. No se la cantidad de veces que he escuchado, voluntariamente o no, esta grabación (que es muy habitual que la usen en conciertos de blues entre actuación y actuación, también algún amigo me la ha puesto en su casa, saben de la adoración que siento por esa música), pero siempre es una experiencia bastante impactante, y es que B.B. ofrece una lección magistral de guitarra y canta como pocos pueden.

Era un tiempo donde alguien como B.B. King se encontraba entre dos aguas. Él, un hombre tremendamente humilde, el colmo de la modestia, era también muy ambicioso. Su sueño era hacer llegar su música a todo el mundo, poner el blues donde creía que se merecía. Desde luego que lo consiguió, y todo a base de talento, trabajo, tocar sin descaso en esa gira continua en que se convirtió su vida, exceptuando por las sesiones de grabación y muy poco más, entre ello tener quince hijos de quince mujeres diferentes.

Hay que decir que B.B. posiblemente sea, aparte de un músico excepcional y una persona maravillosa, un ser humano con una resistencia fuera de lo normal. Prácticamente siempre ha estado de gira y mientras muchos de sus músicos lo han pagado y han tenido que dejarlo por simple extenuación o por problemas psicológicos de tanto avión, autobús, hotel, concierto, etc., él sigue y sigue, hasta nuestros días. No es que los músicos que haya tenido a lo largo de los años hayan querido irse de su banda por sentirse maltratados o mal pagados, es todo lo contrario. B.B. siempre ha sido el colmo de la generosidad, invariablemente ha pagado muy bien a su gente y en el escenario, cuando otros con ese estatus no dejan que nadie brille y le puedan eclipsar saliéndose del simple acompañamiento, él les da tiempo a todos y cada uno de sus músicos a que hagan sus solos, aunque ello suponga que haya gente que sale descontenta ya que les gustaría que B.B. estuviera tocando la guitarra todo el rato, pero es que él siente un aprecio y una admiración real por sus músicos y no hay mejor manera que demostrarlo que dejándole a su banda su espacio en cada concierto.

B.B. es, por eso y por muchas otras cosas, un caso único en el mundo de la música, alguien que ha inspirado a gente de todo tipo y lo seguirá haciendo para siempre. Desde Elvis Presley, Stevie Wonder o Miles Davis, pasando por John Lennon, Johnny Winter y Eric Clapton, multitud de artistas de country, rap o pop, todos han reconocido la influencia de su música alguna vez. Pero no todo fue siempre de color rosa a pesar del respeto y la admiración que tiene desde hace décadas por todo tipo de público y músicos, y hasta que le llegó el reconocimiento masivo tuvo que soportar experiencias bastante desagradables. En los 60's se encontraba en un cruce de caminos, por una parte era considerado demasiado moderno por los aficionados y colegas bluesmen más puristas y demasiado anticuado para los quienes adoraban a gente como Marvin Gaye o Jackie Wilson, gente con la que compartió cartel en ocasiones y que le supuso la terrible experiencia de ser abucheado por un público joven de su propia raza, algo que le afectó profundamente, pero también le motivaba a que cantara y tocara con más fuerza aún. Pero no sólo el público más joven del soul tenía cosas en contra de los bluesmen, también durante los 60's, cuando B.B. participó en festivales de jazz era menospreciado, aunque no fuera por sus compañeros de cartel ni mucho menos. B.B., cuya amabilidad no tenía límites, no toleraba que le faltasen el respeto, como cuando después de una presentación humillante, en la que el charlatán de turno dijo algo así como: "Y ahora es el momento del blues, vamos a sacar los callos y las patas de cerdo y la sandía, con todos ustedes B.B. King". B.B., como impecable profesional que siempre ha sido, hizo su set y al acabar se fue hasta ese tipo a cantarle las cuarenta, le dijo que a él le gustaba todas esas comidas, pero que en el escenario era el tiempo para la música, no para poner la mesa y que le presentara con el mismo respeto que a los demás artistas. El tipo desde luego que captó el mensaje.

Decía Miles Davis en su autobiografía que de haber podido contar con el guitarrista que hubiera querido para su banda no lo hubiera dudado, para él hubiera sido Hendrix o B.B. quienes hubieran ocupado ese lugar alguna vez. Asimismo B.B. contaba la anécdota de la primera vez que se conocieron: B.B., que adora el jazz y especialmente el bebop, asistió a uno de los shows de Davis, en un descanso se fue al servicio y mientras orinaba escuchó una voz cavernosa diciendo algo como: uno de los más grandes e hijoputa de todos los cantantes de blues, B.B. King. Así fue como se conocieron. Lamentablemente no llegaron a grabar nada juntos, aunque hay en Youtube una parte de un concierto de B.B. en Barcelona que se emitió por RTVE donde Miles se subió al escenario, un documento increíble. Dice mucho el respeto mutuo y el aprecio que esos dos personajes tenían el uno por el otro, Miles que era despótico y arrogante, y B.B. siempre ha sido un bonachón, pero cualquier diferencia de personalidad que pueda haber entre dos tipos tan diferentes se queda en nada si hay ese tipo de admiración por el talento de cada uno. Y por supuesto que experiencias como esas compensarían malos tragos como el tema de la sandía y los abucheos.

Donde B.B. era fuerte en esa época eran en los conciertos para su gente, el público que abarrotaba los clubs como el Regal de Chicago, donde estaba en su salsa y era venerado tanto por hombres como mujeres. Es una pena que no haya más grabaciones de esos años, pero la fuerza de B.B. y su banda en directo durante los 50's y 60's era increíble, algo que se puede apreciar en Live At The Regal. El público masculino tenía en el escenario a su ídolo, un hombre que había revolucionado la guitarra en el blues, que tocaba con una limpieza y una intensidad brutal y que había evolucionado un estilo como el blues añadiendo elementos de big band y swing pero manteniendo la esencia y el espíritu de los bluesmen más antiguos, alguien que era también un modelo como hombre, que había salido desde la más absoluta pobreza hasta los primeros puestos de las listas del blues. Las mujeres, lo adoraban igualmente. Es posible que no disfrutaran de sus habilidades guitarrísticas tanto como los hombres, pero su voz, su presencia escénica, su carisma, todo eso las volvía locas, como se puede apreciar en esta grabación, que a cada nota, en cada ocasión que B.B. se dirige al público o arranca a cantar es respondido por una cantidad masiva de gritos femeninos en éxtasis puro. Una grabación como esta no necesita acompañamiento visual, no cuesta mucho imaginarse lo que tenía que ser ese tipo de conciertos. Todo el público entregado por la intensidad de la música, mujeres volviéndose prácticamente locas por la sexualidad que desprende la voz de B.B., éste manejando ese paroxismo a su antojo, con su guitarra, cantando o relatando lo que le daba la gana, con sus músicos apretando en los momentos más salvajes y atentos en los momentos más intimistas. Uno de sus músicos dijo años después que pudo ver durante un concierto de B.B. en una sala de ese tipo a una pareja follando como locos entre el público, algo que no es muy difícil de creer, tal es lo pasional de su música durante esos años.

En Regal, desde que arranca el concierto con una Everyday I Have The Blues a punto de pasarse de revoluciones,  se puede ver la diferencia entre las sesiones de estudio que hacía B.B. King en esa época y uno de sus conciertos, también pasa lo mismo con alguien como Sam Cooke. El ímpetu, desmedido pero preciso en todo momento, con B.B. forzando unos falsetes imposibles, tocando con una fuerza tremenda, la perfección en el tono de su guitarra y una banda que parece a punto de desbocarse, contrasta con sus grabaciones de esa época, pulcras y cuidadas, históricas y veneradas en muchos casos, pero carentes de la pasión salvaje que recogieron unos cuantos micrófonos un sábado, el 21 de Noviembre de 1964. Ese arte de B.B. de enlazar temas lentos uno detrás de otro tiene su apogeo con Sweet Little Angel, It's My Own Fault y How Blue Can You Get (inolvidable última parte de la canción: Te he dado siete hijos y ¡ahora me los quieres devolver!), la misma secuencia que grabó Duane Allman y que se editó en una antología. Please Love Me y You Upset Me Baby, dos éxitos del B.B. King más fiero, suben la temperatura, en Worry, Worry vuelve el B.B. más tipo predicador, blues lento con unos crescendos marca de la casa, con Woke Up This Morning hay algún toque tipo calipso incluso, You Done Lost Your Good Thing Now es una maravilla, con un B.B. magistral a la voz y a la guitarra, empezando muy comedido y acabando con una excitación soberbia, y para cerrar Help The Poor, maravillosa, a pesar de no contar con poco más de unas cuantas notas de Lucille, pero con la voz de B.B. en primer plano, con una calidez y expresividad total. Faltarían todavía años para su reconocimiento por parte de todo tipo de público, sus giras mundiales, discos como Live & Well, Indianola Mississippi Seeds, L.A. Midnight, etc., etc., pero con Live At The Regal puso la primera piedra para todo ese reconocimiento, un disco que fue la piedra filosofal de incontables músicos y el disco favorito de tantos y tantos aficionados.

Dentro de muy poco B.B. cumple 88 tacos, y ahí sigue. Por supuesto que ha rebajado la cantidad de conciertos que ofrece, pero está claro que va a morir en la carretera o muy cerca de ella. Hay polémicas y críticas desde mucha gente que van a un concierto de B.B. King actualmente y se quejan de que toca poco, canta algo y habla mucho. Supongo que lo absurdo tiene muchas formas de manifestarse. B.B. es un músico legendario, uno de los mejores guitarristas y cantantes, no sólo del blues, pero es un anciano de casi 90 años. Yo a partir de la última vez que le vi en concierto, creo que fue en 2006, he tenido ocasión de ir a verlo más veces, pero no he querido. Desde hace tiempo ya no es ese músico que arrollaba con su guitarra y con el poder de esa voz. No es que si tuviera la oportunidad de verle de nuevo la despreciara, pero es que ya no voy a viajar por toda España para asistir a uno de sus conciertos, como hacía en los 90's y a principios de este siglo. Una de las particularidades de B.B. es un toque de guitarra preciso y limpio, también una voz llena de fuerza, algo así es imposible para un hombre de esa edad, se crea la gente lo que quiera creerse. Es que he llegado a leer comentarios de aficionados diciendo que se sienten estafados. No hay duda de que en los 80's podía no tenerse mucha información de cómo podían ser los conciertos de alguien, pero ahora, con tanto blog, tanto Youtube, tanto foro, tanta página, el que vaya a un concierto de alguien, que éste se desarrolle de una manera normal y se sienta estafado es que tiene que ser tonto. La primera ocasión que tuve de verle fue en 1990, tenía 65 años, ya era un yayo pero todavía capaz de darte el concierto de tu vida y de hacerte andar como loco de cualquier grabación que pudieras encontrar. Muchos conciertos, de todas las maneras posibles, les llegué a ver a él y a su banda llegando tarde por culpa de retrasos en los vuelos, sin haber dormido, con unas caras que eran un poema pero dando un concierto impresionante. No sé, creo que para todo hace falta un poco de cordura y de sentido común. Claro que uno puede sentirse irritado por la falta de profesionalidad o pasión, por la mediocridad, porque el músico de turno esté borracho o lo que sea, pero sentirse ofendido por haber pagado dinero para ver a un anciano y que éste actúe como un anciano, hay que estar muy tonto. B.B., como cualquier otro músico de esa edad, tiene todo el derecho del mundo a dar todos los conciertos que quiera, y el público asimismo tiene todo el derecho para no ir si no le da la gana, tan simple como eso.




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