viernes, 16 de mayo de 2014

Bobby Rush & Blinddog Smokin' - Decisions


De los bluesmen más veteranos Bobby Rush es uno de los que actualmente tienen una carrera discográfica más interesante. Algo bueno de él es que nunca sabes por donde va a salir. Te puedes encontrar con Folkfunk, tremendo disco de blues tan grasiento como adictivo, o Raw, unas sesiones austeras, acústicas y muy jondas, o Blind Snake, más a lo R&B. Además, sus espectáculos en vivo son de lo mejor que se puede ver, con una banda sensacional y unas coristas que animan lo suyo y ayudan al gran Bobby a dar unos shows totalmente desacomplejados que aúnan música, humor y sexualidad, para muestra el dvd que acompaña su estupendo disco en directo Live At Ground Zero. Si a todo eso le unimos una voz muy expresiva, perfecta para todo lo que puede abarcar musicalmente Bobby, que no es poco, y un toque de armónica tan único y especial como él mismo, se puede llegar a la conclusión de que este gran músico de Louisiana, con todos los años que tiene, es todavía un portento, alguien que ha nacido con talento de sobra para hacer unos discos tremendos y un sentido del espectáculo como pocos.

Por eso sorprende aún más un disco como Decisions, disco en el que se acompaña de todo un Dr. John y donde brilla Bobby junto a Blinddog Smokin', exuberante banda que se pone al servicio de la estrella para acompañarle en un recorrido que explota y lleva hasta el límite mucho de lo que este gran artista es capaz de abarcar.

Abre el disco las teclas de Mac Rebennack, que canta junto a Bobby en Another Murder In New Orleans, algo que por sí solo ya vale por muchos discos enteros, un tema muy, pero que muy negro. Más blues con la armónica de Bobby y su profunda voz brillando en Decisions. A la tercera canción cambio de tercio, con Bobby Rush's Bus, fiesta funk de lujo con coros femeninos predominantes y duelos de armónica y saxo, un tema con muchos invitados pasándoselo en grande junto a Bobby. Más funk con guitarras y metales por todo lo alto en If That's The Way You Like It I Like It, y de factura similar es Funky Old Man, donde Bobby habla sin tapujos de lo que es tener su edad. Love Of A Woman es volver al viejo blues, con Bobby luciéndose con la armónica de nuevo. La sorpresa del disco, absolutamente, es Stand Back, un tema que parece sacado de cualquier disco de Santana y que Bobby y la banda acometen con una gracia y una naturalidad sorprendentes, y sin que desentone para nada con el resto del material, ¿quién más en el blues aparte de Bobby podría hacer algo así, como si tal cosa? Sigue el blues con Skinny Little Woman, y otra sorpresa, Bobby rapeando y guitarras sucias  de fondo en Dr. Rush. Se deja para el final algo tan blues y tan funky al mismo tiempo como Too Much Weekend, aunque aparece al final del disco un tema no listado, funk con guitarras acústicas que pone colofón a un trabajo brillante, tan divertido como bien trabajado a todos los niveles, algo que no está al alcance de cualquiera. Para quien quiera un antidepresivo, nada mejor que ver a Bobby en acción junto a sus chicas.





sábado, 10 de mayo de 2014

James Gandofini - Sobran las palabras


Cuando te encuentras  con la noticia del fallecimiento de alguien a quien admiras siempre es algo difícil de aceptar, más en el caso de alguien todavía joven y que podía haber hecho más, como pasa con James Gandolfini. Viendo su trabajo en Sobran Las Palabras, una de las últimas películas que rodó este gran hombre poco antes de irse mucho más pronto de lo que le tocaba, es cuando realmente me doy cuenta de lo que significa la pérdida de un artista de su calibre. Esa película no pasará a la historia como algo más que como una agradable y elegante comedia romántica, con una atípica pareja protagonista que domina el film de cabo a rabo, que físicamente pueden tener poco en común con lo que se estila en el cine comercial, pero que con su química y su buen hacer consiguen que Sobran Las Palabras te llegue mucho más que cualquier cosa facturada en honor a los leotardos ajustados usados por gente que se supone que son superhéroes.

Gandolfini y la encantadora Julia Louis-Dreyfus brillan maravillosamente en todo el metraje y consiguen que unos personajes tan desencantados de todo tengan más vida que todo un ejército de hobbits, elfos o jedis. Hay que ser muy grande para coger un personaje tan sencillo en apariencia y lograr una actuación tan memorable y cautivadora como la de Gandolfini, al que no le hacía falta mucho para mostrar un talento innato y una intensidad de un nivel estratosférico, que sabía mostrar dureza cuando hacía falta, pero también sensibilidad y cercanía. También viendo la película se puede dar uno cuenta de que el peso de la vida ya le estaba haciendo mella al tremendo actor, con una voz muy cascada en comparación a pocos años atrás, pero eso no influye a la calidad de su trabajo. 

Lo cierto es que Gandolfini desde Los Soprano estaba muy encasillado, y eso era un añadido en un mundo como en el del cine y las series, donde un físico como el suyo limita muchísimo a la hora de conseguir papeles en los que podría haber ofrecido mucho más de lo que la mayoría es capaz, algo que ha pasado y seguirá pasando a tantos otros grandes. Pero lo cierto es que el cine actual difícilmente está a la altura de él o de Phillip Seymour Hoffman. Al menos Hoffman ya era reconocido desde hacía mucho tiempo como uno de los tipos con más talento de su generación, un reconocimiento que Gandolfini, a pesar de ser tremendamente admirado por Los Soprano, no pudo alcanzar tanto como merecía, y muchas de sus películas y los personajes que interpretó se quedan cortas para alguien de su capacidad.

Pero da igual, siempre tendremos a Tony Soprano, a ese Big Dave Webster de la mano de los Coen en El Hombre Que Nunca Estuvo allí, a ese sicario homosexual de The Mexican, al sórdido Eddie de Asesinato En 8 mm., a ese matón que torturaba a Patricia Arquette en Amor A Quemarropa o a este personaje, uno de los últimos con los que deja huérfana a la gran pantalla pero con el que podemos disfrutar de nuevo de alguien único. La verdad, sobran los motivos para considerar a James Gandolfini como a uno de los más grandes.




viernes, 9 de mayo de 2014

Neil Young - A Letter Home

Me dispuse a escuchar este disco sin tener ni idea de que iba, y eso sí, sorprenderme me ha sorprendido, no lo voy a negar, pero tampoco creo que vaya a volver a escucharlo muchas más veces. Este es quizás su disco que ocupará el peor puesto entre mis menos favoritos de Neil. Sinceramente, prefiero Trans o incluso Arc antes que A Letter Home. Me parece genial que Neil le tenga tanto cariño a temas tan históricos y maravillosos como Since I Met You Baby, Crazy o On The Road Again, también otros más cercanos en el tiempo como My Hometown de Springsteen. No se podrá decir que no sea hasta entrañable lo que contiene A Letter Home, pero de la misma forma que a él le tocan tanto las narices los audios comprimidos, los cd's y todo lo demás también somos muchos los que preferimos escuchar música grabada de la mejor manera posible, y no con un micrófono del paleolítico y una grabadora cutre. Ya aquel disco de Mellencamp, No Better Than This, me tocó las narices por ese sonido tipo lo-fi, buena manera de casi desperdiciar tal inspiración en una grabación con un sonido que ya no se llevaba muchas décadas atrás, pero es que Neil ha ido más allá y el sonido es sencillamente malo. Espero que esto no se convierta en una epidemia y a otros no se les ocurra lanzar artefactos similares, que podrían tener sentido como un bonus de otros trabajos o para que se lo regalen a la pareja. Después de haber leído biografías de músicos anteriores a Neil Young o John Mellencamp si hay algo que tengo claro es que la mayoría disfrutaban de los avances tecnológicos que hacían que su música sonara mejor. Seguro que el pirado de Jack White tendrá que estar orgullosísimo también de su labor como "productor". Tampoco me extraña que hubiera tanta confusión hace unos meses con este disco, que si sí, que si no. Yo también me lo hubiera pensado mucho antes de sacar algo así. 



viernes, 2 de mayo de 2014

Jim Lauderdale por partida doble: Black Roses & Blue Moon Junction

Dos diferentes discos de uno de los compositores más prolíficos de la actualidad, aunque cuente con la ayuda en las letras de Robert Hunter, y que lo haga notar ya desde la portada indica cuánto debe apreciar Jim la labor de su colaborador.

El primero, Black Roses, cuenta con los hermanos Dickinson, Spooner Oldman, David Hood, Ian McClagan o Shannon McNally como acompañantes de lujo a la música de Jim. Sonidos más negros y pantanosos en temas como Throw My Bucket Down, No Later Than Soon o When Jones Came Home, se nota que esté grabado casi por entero en los estudios Zebra Ranch de los Dickinson y la producción de Luther, del que además sus guitarras sobrevuelan por todo el disco, algunas veces con bastante distorsión pero siempre con su maestría habitual, una muestra de dejar su sello desde un segundo plano. Black Roses es variado pero homogéneo, Ride On es una maravillosa balada con metales, una delicia donde Lauderdale emociona con una voz a la altura del tema, y 13 Clocks recuerda a la faceta más soul de Van Morrison. Tossing Peebles At The Sky es otra de mis favoritas y Ebenezer instrumentalmente tiene una onda más a lo Hill Country Blues,  y Black Roses es otra balada, casi una nana, que finaliza el disco dejando muy buen sabor de boca y esperando que Jim repita en un futuro más discos en esta onda.


Blue Moon Junction por otra parte es Lauderdale en solitario y en acústico, desgranando un intimista y sólido repertorio de canciones para las que él y Robert Hunter no encontraron cabida en trabajos anteriores. Bienvenidas sean, pues este es otro disco en el que nos podemos deleitar de unas composiciones tan sencillas como sentidas, donde la excelente voz de Jim Lauderdale y su guitarra se bastan para emocionar en unos temas en los que hay cabida para todo, desde el dramatismo de Morgan Montague hasta su lado más romántico como Land Of My Dreams, o esa maravilla cantada a capella llamada Shadowfall. Let Me Be encajaría en algún disco de otro de los mayores compositores de la música americana, John Hiatt, con el que comparte ese talento de hacer a partir de la sencillez canciones tan imperecederas como soberbias. No todos los grandes músicos se pueden permitir el lujo de hacer un disco tan sencillo y tan profundo al mismo tiempo como este, pero claro, el talento de Lauderdale para componer tampoco lo tiene cualquiera.