martes, 8 de julio de 2014

Jack White - Lazaretto


Siempre que se acaba la actividad de un grupo como The White Stripes es algo a lamentar, pero a pesar de que se echa mucho de menos la batería de Meg algunas veces no hay mal que por bien no venga. The White Stripes se acabaron. Siempre quedarán sus discos para volver a zambullirse en esa música tan personal y tan especial. Pero el mundo sigue y la carrera en solitario de Jack White, con Blunderbuss y este Lazaretto ha empezado de forma inmejorable, aunque siempre habrá quien prefiera al Jack White de sus inicios con The White Stripes. No tengo una opinión sobre la preponderancia del azul en el grafismo de estos dos discos, dejando atrás el rojo y blanco que dominaba la imagen de The White Stripes, no tengo mucho interés en intentar saber que puede significar, pero de lo que no tengo ninguna duda es del momento tan dulce que está viviendo Jack artísticamente.

Además de lo que hizo junto con Meg también tenemos sus trabajos con The Raconteurs y The Dead Weather para darse cuenta de la amplitud de miras y la capacidad de un músico de su calibre. Puede ser un tipo con unos cuantos cables demasiados cruzados, y por ejemplo, su polémica con The Black Keys es bastante ridícula, pero musicalmente no tiene rival en la actualidad. Por concepto, por composición, por sonido, por calidad en todos los aspectos, esta es la era de Jack White. 

Lo que contiene Lazaretto no puede ser más personal y más Jack White. Desde el primer tema, ese estupendo Three Women, este soberbio músico se aprovecha de su excéntrica personalidad, que la pone a favor de su obra para lograr un collage de música arriesgada, valiente, que bordea el exceso constantemente, con ocurrencias y desvaríos con los que él consigue confirmar eso de que los genios están locos. Está como una cabra, pero saca provecho de sus desórdenes mentales para hacer música poderosa, histérica por momentos, sexy, marciana, moderna a partir de elementos arcanos en ocasiones. Música que no da respiro y un disco que pasa como una exhalación, que huye de convencionalismos, con canciones como Lazaretto o That Black Bat Licorice, con la voz de White rodeada de guitarrazos nerviosos y punzantes que se funden con teclados de ciencia ficción y estribillos neuróticos. En otras ocasiones saca a relucir su clasicismo y sus influencias, con temas más sobrios, caso de Temporary Ground o Alone In My Home, que encajan de maravilla y forman un todo exhuberante junto al resto de sonidos y melodías, formando un cambalache musical tan perfecto y cortante como es Lazaretto.