miércoles, 14 de diciembre de 2016

Metallica y el integrismo musical


Desde hace mucho tiempo Metallica forma parte de ese selecto puñado de bandas o músicos que tienen la habilidad de penetrar en la mente de esos seguidores recalcitrantes que adivinan como va a sonar o a ser un disco en cuanto conocen de su próximo lanzamiento, aunque, por supuesto, no tengan ni idea de como va a ir el invento. Pero Metallica y todos los demás que son capaces de un logro como ese se merecen todos esos ataques que prejuzgan cualquier cosa que hagan. Que no hubieran hecho antes discos colosales, difíciles de igualar. Que no hubieran tenido la osadía de atreverse a seguir queriendo hacer la música que les de la gana y a vivir acorde a una situación económica privilegiada. Pero claro, si se hubieran prejubilado se hubieran llevado hostias igualmente.

Para esos integristas de la música (que en todos los géneros se cuecen habas), los que no aceptan que quienes les provocaron tremendas alegrías tiempo atrás se puedan ir haciendo mayores, no quieran hacer siempre lo mismo o lleven la ropa que les de la gana, pues tiene que ser una oportunidad de sacar toda la bilis acumulada cada vez que sus ídolos de antaño tienen la ocurrencia de grabar un nuevo disco.


Ya nadie vende lo que se vendía en los 90 o antes, y la mayoría de las bandas actuales hacen dinero con las giras. Tendría que ser digno de elogiar la actitud de una banda como Metallica a la hora de abordar un nuevo disco en estudio, con tanto entusiasmo y cuidando hasta el mínimo detalle. No sólo eso, han desechado multitud de ideas en las que habían trabajado para Hardwired y que no tuvieron cabida entre las canciones que componen el álbum, para así empezar de cero cuando quieran grabar el próximo.


A mi el disco me gusta bastante, más que canciones sueltas me gusta en su conjunto, lo que trasmite y el sonido general. Un disco sin concesiones, denso, largo, poderoso y con mucho recorrido. Seguramente no está a la altura de Death Magnetic, este me parece que contenía algunas canciones que me llegan más, pero eso no es problema, y es que tampoco entiendo muy bien por qué tenemos que estar siempre comparando esto con lo otro. Esto es música, algo que es para disfrutar. Desde luego que yo cuando escucho Atlas, Rise! no estoy tratando de compararla con Masters Of Puppets o Creeping Death. Si ya en materia deportiva me parece absurdo comparar un equipo o un deportista con otro de su misma u otra época más estúpido me parece todavía entrar a comparar obras musicales, cinematográficas o literarias. Está bien el análisis pero no si impide disfrutar de algo que tiene todos los ingredientes para conseguirlo.


Una cosa es ser crítico y otra cosa es el integrismo y la cerrazón. También están esos que se dedican, por ejemplo, a decir que The Beatles, Elvis o The Rolling Stones es lo mejor de la historia cuando ni siquiera se han tomado la molestia de escuchar ningún disco de Hendrix, Bob Dylan, o casi ninguna otra cosa. Claro que cada uno elige hacer lo que quiere, aunque haya gente que aún obteniendo algún tipo de placer por la música, o eso parece, prefiere quedarse limitado a una cultura musical limitadita, por miedo, quizás, a que pueda llegar a descubrir algo que le pueda gustar más que lo que venera. Si ese tipo de gente elige escuchar únicamente a tal o cual grupo, obviando casi todo lo demás, bien, pero a mí siempre me parecerá infantil ese fanatismo que no viene a cuento, ese papanatismo musical con todas esas ridículas discusiones sobre si tal o cual banda es más importante o la mejor del mundo, cosas de gente que se han quedado intelectualmente en los quince añitos de por vida.




miércoles, 30 de noviembre de 2016

La música bien fuerte, por favor


Lo siento por mis vecinos, pero de momento la cosa es así. La música fuerte, bien fuerte, por favor. Hay que tapar el ruido que nos molesta, y si es con rock'n'roll, mejor.

Volumen brutal para acallar y anular, aunque sea por un momento, a los políticos, empresarios, banqueros y los demás culpables de la miseria que vemos y vivimos en el día a día. No hay futuro, menos que nunca. Sólo para los de la oligarquía y los que gravitan a su alrededor. Y pintan bastos. Muy felices se las prometía Eddie Vedder en uno de sus últimos conciertos con Pearl Jam antes de las elecciones en Estados Unidos. Decía que se alegraba de todo el revuelo montado por Donald Trump, pero que el lo veía como los últimos coletazos de la intolerancia, del racismo, la homofobia o la misoginia. Pero el tiempo ha puesto las cosas en su sitio, y a un tarado del Ku Klux Klan como el comandante en jefe del país más poderoso del planeta. La humanidad apesta y nadie mejor que Trump para representarnos, como antes hicieron tantos y tantos líderes tan nauseabundos como él.

Todo se entiende mejor cuando gente que llegaron de ilegales a Estados Unidos procedentes de México hace décadas han votado a Trump porque ya no quieren que lleguen más ilegales, no vaya a ser que su comodidad se vea afectada. Y lo más chocante es que incluso son capaces de soltar algo así en público.

Sonido atronador para que no te molesten todos esos medios de comunicación que bailan el agua de los poderosos. También para la industria farmacéutica que se centra en medicamentos que no curan nada y que lo único que consiguen es que te sientas mal cuando dejas de tomar tal o cual mierda. Y para esos que justifican la corrupción argumentando que los de otros partidos también prevarican y para los que votan y apoyan a gente que se están riendo en sus caras. Y qué decir de la industria alimentaria, de la medicina, de los seguros, de las eléctricas, etc., etc. ¿Habrá algo que se salve?

Muy reveladora y muy inteligente es una película como Baraka. Esas imágenes en las que la belleza de la naturaleza, la sensatez de pueblos alejados de esta sociedad y las impresionantes y hermosas obras que la humanidad puede llegar a hacer sirven de contrapunto a esas otras filmaciones, en donde el borreguismo, la deshumanización y lo absurdo sirven de guía para el ser humano que habita lugares "civilizados", donde  hay gente a la que no le queda más remedio que quitarse la vida después de haber sido vapuleado y sangrado por el sistema. Sería momento de resetear tantos aspectos de nuestra sociedad, pero mientras la naturaleza ponga las cosas en su sitio, mucho rock'n'roll, no queda otra.