jueves, 31 de julio de 2014

John Hiatt - Terms Of My Surrender


John Hiatt, cantautor norteamericano que lleva desde los setenta entregando música muy regularmente. Un tipo normal. Sobre el papel no parece que nada demasiado emocionante pueda salir de alguien como él. No lleva tatuajes ni ropa estrafalaria, sin locas historias a sus espaldas ni escándalos. Pero todo cambia cuando empieza a sonar cualquiera de sus obras a partir de Bring The Family. Para mi ese disco, junto a otros como Slow Turning o Stolen Moments, son inalcanzables, también para él, pero en todas sus entregas hay talento, emoción, honestidad, grandes canciones y una voz apasionada, perfecta para su habitual entrega de canciones, que nunca se suenan rutinarias. Muchos artistas mucho más famosos darían lo que fuera por mantener un nivel como el que tiene Hiatt desde hace tantos años. Puede ser que tener los pies en el suelo sea su secreto. Cualquier día de mierda es más llevadero con su música y cada una de sus canciones tiene un sentido y una identidad. Alguien que es capaz de enriquecer el repertorio de artistas tan deslumbrantes como Bonnie Raitt, Jeff Healey o Buddy Guy y que con los mismos acordes de siempre consigue hacer algo nuevo, capaz de llegarte al alma la mayoría de las veces. 

Terms Of My Surrender quizás sea su disco más completo desde el acústico Crossing Muddy Waters, curiosamente otro disco muy influenciado por el blues, un género del que se apropia Hiatt para reconvertirlo en material tan reconocible como lo pueda ser Have A Little Faith o Perfectly Good Guitar. El espíritu de Muddy Waters y otros están por muchas partes de toda esta colección de canciones. Siempre ha sido un admirador del blues y para él Waters es uno de sus más venerados artistas, no en vano participó en un tributo a Waters de los 90's tocando The Same Thing.

Long Time Comin' es el Hiatt de siempre, con esa calidez y esa sencillez que tanto se empeña en hacer canción, y siempre termina acertando. Con Face Of God empieza el blues, profundo y básico, forzando su voz en un tema que podría haber sido creado en tiempos inmemoriales. Marlene es otro blues, a ritmo de tren, sin prisas, pero de los que acaban ofreciéndote un buen viaje. Hay épica en Wind Don't Have To Hurry y mucha emotividad en Nobody Knew His Name, mientras que en Baby's Gonna Kick el blues y el Hiatt más clásico se funden como si tal cosa. Nothin' I Love es otro blues, áspero en su inicio, pero que termina hipnotizando, como si el mismísimo John Lee Hooker tuviera algo que ver. Terms Of My Surrender, a medio camino entre la balada y el blues es una de las canciones más bonitas del disco. Here To Stay, puede que el tema menos brillante, otro blues muy clásico con buenas voces e instrumentación arropando a John.  Old People, con las letras más divertidas del disco, sigue con el blues por bandera, algo que también impregna el inicio del tema que cierra el álbum, Come Back Home, aunque luego amplíe su radio de acción. En definitiva, un disco de John Hiatt maravilloso, una vez más. Alguien que sabe darle ese toque tan humano a su música, que es capaz de juntar diferentes emociones en sus canciones, a las que da forma como sólo saben hacer los buenos artesanos de la composición, que es lo más difícil y lo que menos se valora de la música.





jueves, 17 de julio de 2014

Johnny Winter DEP


Hasta siempre a uno de los bluesmen y guitarristas más impresionantes que hayan vivido. Alguien que rompió moldes con su estilo y que se ganó el respeto y la admiración de puristas y aficionados de todo tipo de música. Alguien capaz de tocar con vértigo y solera al mismo tiempo y que se codeó con leyendas como Muddy Waters, al que produjo su última y extraordinaria etapa discográfica. Yo seguro que me seguiré asombrando de lo que este hombre era capaz de hacer con una guitarra.

martes, 8 de julio de 2014

Jack White - Lazaretto


Siempre que se acaba la actividad de un grupo como The White Stripes es algo a lamentar, pero a pesar de que se echa mucho de menos la batería de Meg algunas veces no hay mal que por bien no venga. The White Stripes se acabaron. Siempre quedarán sus discos para volver a zambullirse en esa música tan personal y tan especial. Pero el mundo sigue y la carrera en solitario de Jack White, con Blunderbuss y este Lazaretto ha empezado de forma inmejorable, aunque siempre habrá quien prefiera al Jack White de sus inicios con The White Stripes. No tengo una opinión sobre la preponderancia del azul en el grafismo de estos dos discos, dejando atrás el rojo y blanco que dominaba la imagen de The White Stripes, no tengo mucho interés en intentar saber que puede significar, pero de lo que no tengo ninguna duda es del momento tan dulce que está viviendo Jack artísticamente.

Además de lo que hizo junto con Meg también tenemos sus trabajos con The Raconteurs y The Dead Weather para darse cuenta de la amplitud de miras y la capacidad de un músico de su calibre. Puede ser un tipo con unos cuantos cables demasiados cruzados, y por ejemplo, su polémica con The Black Keys es bastante ridícula, pero musicalmente no tiene rival en la actualidad. Por concepto, por composición, por sonido, por calidad en todos los aspectos, esta es la era de Jack White. 

Lo que contiene Lazaretto no puede ser más personal y más Jack White. Desde el primer tema, ese estupendo Three Women, este soberbio músico se aprovecha de su excéntrica personalidad, que la pone a favor de su obra para lograr un collage de música arriesgada, valiente, que bordea el exceso constantemente, con ocurrencias y desvaríos con los que él consigue confirmar eso de que los genios están locos. Está como una cabra, pero saca provecho de sus desórdenes mentales para hacer música poderosa, histérica por momentos, sexy, marciana, moderna a partir de elementos arcanos en ocasiones. Música que no da respiro y un disco que pasa como una exhalación, que huye de convencionalismos, con canciones como Lazaretto o That Black Bat Licorice, con la voz de White rodeada de guitarrazos nerviosos y punzantes que se funden con teclados de ciencia ficción y estribillos neuróticos. En otras ocasiones saca a relucir su clasicismo y sus influencias, con temas más sobrios, caso de Temporary Ground o Alone In My Home, que encajan de maravilla y forman un todo exhuberante junto al resto de sonidos y melodías, formando un cambalache musical tan perfecto y cortante como es Lazaretto.