domingo, 21 de diciembre de 2014

Disco del año: Ángel Stanich - Camino Ácido


Artista que convulsiona profundamente, ya desde la primera vez que te topas con él. Su voz me causa una sensación similar a la que tuve la primera vez que escuché a Dylan, y no es para nada gratuito decir que Ángel Stanich parece una versión actualizada del de Minnesota, eso sí, intoxicada por los efluvios de Albert Pla o Bukowsky. A veces dirías que está borracho, o enfermo, pero su genialidad a lo largo de todo este Camino Ácido no deja dudas de que estamos ante un artista único, alguien de quien esperar grandes cosas en el futuro. Un loco, o un valiente, o un insensato, todavía no tengo muy claro qué es Ángel Stanich, pero me sorprendería mucho que su obra no siguiera la senda, en términos de brillantez, de este magnífico debut, un disco sin complejos y contundente, variado, pero sin perder coherencia a lo largo de 50 minutos sensacionales. En apariencia lo tiene todo, personalidad, actitud, conocimiento, y además consigue lo que muy pocos pueden, y es que apoderándose de todo cuanto le apetece crea una obra tan personal como genial y subversiva, y a las pocas escuchas el mundo personal de este cántabro se convierte en algo que te atrae, con esos lugares oscuros y malsanos, que pueden causar rechazo, pero que gracias a Ángel no puedes resistirte a visitar una y otra vez, porque la oscuridad también forma parte de nuestras vidas y su forma de convertir en canciones la violencia, el dolor y la fatalidad muestra a un intérprete implacable de las miserias humanas. En una época en donde abunda lo insustancial, lo indocumentado, lo estúpido,  es un placer dar con un músico con tantas cosas que decir, con unos dardos tan certeros y con una calidad tan indiscutible. Muy bien ayudado por gente de Arizona Baby en este Camino Ácido (que fue grabado tocando todos juntos) hay ecos permanentes de la cultura musical americana en sus formas más pesadillescas y desoladoras. Canciones como El Cruce, Metralleta Joe o Mezcalito son productos tan personales, tan sorprendentes y tan ricos musicalmente que a uno le quedan ganas de que pase el tiempo rápido para volver a encontrarte con otra entrega de este huraño personaje. Y con la inquietante versión de El Río de Miguel Ríos, incluida como punto final, sabes que el futuro de Stanich puede ser aún más imprevisible que lo que apuntan las composiciones incluidas en este su primer disco.