lunes, 16 de junio de 2014

The Black Keys - Turn Blue


Un camino considerable llevan ya a sus espaldas Dan Auerbach y Patrick Carney con The Black Keys y siguen facturando discos tan estupendos como este Turn Blue, de nuevo con la producción del polémico Danger Mouse. Pero esta colaboración no es que sea algo que se haya mantenido como un secreto para quienes seguimos a The Black Keys, y por lo tanto las quejas por parte de los fieles a sus inicios pueden estar un poco fuera de lugar, algo producido por el británico no se va a parecer mucho a Rubber Factory. Muy, pero que muy lejos queda ya el salvajismo de sus primeras grabaciones pero no se podrá decir que musicalmente sus últimas entregas supongan una bajada de pantalones, por mucho que comercialmente sean discos que funcionen. El espíritu que recorre las canciones de Turn Blue no está tan alejado de Thickfreakness o Chulahoma, es más, se podría decir que lo que están haciendo ahora es una vuelta de tuerca más en su afán por configurar a su antojo parte de la música negra americana, acercándola más a otros parámetros impregnados de psicodelia y misticidad. Si antes sus influencias se basaban en algo que partía del blues más áspero ahora con algunas de estas canciones nos encontramos a The Black Keys zambulliéndose en el soul más emotivo. El inicio del disco con Weight Of Love, In Time y Turn Blue sienta las bases. Música tremendamente evocadora, muy negra y nocturna, pero sin dejar atrás su sello personal por muchos efectos que puedan usar actualmente. Uno no puede evitar sentirse atrapado por la guitarra y la excelente voz de Auerbach y los ritmos de Carney durante el tiempo que dura el disco, en el que se mezcla la melancolía con sonidos cósmicos, que parte del clasicismo para convertirlo en algo etéreo e irresistible. Todo el disco tiene el mismo tono, algo sombrío en líneas generales, hasta llegar al último tema, Gotta Get Away, muy fiestero y optimista pero que encaja a la perfección para poner punto final a un trabajo que crece a cada escucha.

A partir de Attack & Release The Black Keys comenzaron a cambiar su música y a acompañarse de otros músicos, y con lo que han ido entregando desde entonces llegamos a una profundidad y a una sensibilidad insospechada en los rudos primeros tiempos. El Camino o Turn Blue no son sólo ejemplos de como hacer música apta para todos los públicos, también que se puede hacer música atractiva comercialmente sin sacrificar el fondo y la calidad. Y no hay que olvidarse, para nada, de un disco como Blakroc, su excepcional álbum en el que se mezclaron con artistas del hip-hop para hacer algo arriesgado y demoledor a partes iguales. No se si Turn Blue tendrá el impacto comercial de El Camino, da igual, no tengo ningún problema con que artistas que me gusten puedan sonar por todas partes. Si acaso el problema es para quienes no pueden dejar de ver un rato la televisión. Yo prefiero dedicarme a las aventuras musicales de The Black Keys.



viernes, 6 de junio de 2014

Wake In Fright (1971) - A veces el cielo y el infierno se parecen



Aunque el título original no quiere decir lo mismo que el título que se le dió a este gran film en España, Despertar En El Infierno, creo que pocas veces una traducción libre ha podido ser más acertada que en este caso, porque las aventuras vacacionales del protagonista que en teoría le tenían que llevar a Sídney para reunirse con su novia, y que le llevan a hacer un alto en el camino en un pueblo en apariencia poca cosa, pero una vez allí se siente arrastrado por una tremenda vorágine de infernal garrulería australiana de la cual a duras penas se puede escapar físicamente, mentalmente es imposible. Aunque el argumento no tenga mucho que ver si que el clima de esta película tiene puntos en común con Deliverance. Aquí no hay paletos desdentados deseosos de sodomizar a pijos urbanitas de vacaciones ni una lucha contra los elementos, pero detrás de un paletismo de lo más campechano en Bundanyabba se esconde un portal de entrada a un desasosegante descenso a un infierno donde reinan el alcoholismo, la brutalidad y la misoginia, que engulle a todo aquel que se atreve a adentrarse, de tal forma que al protagonista no sólo se le hace difícil huir de todo eso, es arrastrado a un comportamiento y a un estilo de vida que es el contrapunto a su vida "normal" de aburrido profesor de un minúsculo poblado australiano del que también le resulta imposible escapar. El existencialismo, lo absurdo de la condición humana, la soledad o la desesperación pocas veces habrá tenido en el cine un tratamiento como en Wake In Fright, una película dura, intensa, maravillosamente horrible.


Parece surrealista que fuera dirigida por Ted Kotcheff, responsable de entre otras cosas algo como Rambo, pero que en Wake In Fright domina con vigor y sin ningún tipo de escrúpulos los tiempos y toda esa opresión, permitiendo al espectador asistir de cerca a momentos brutales y a un carnaval de personajes tan estrambóticos como humanos en realidad, demasiado, tal vez. El protagonista está interpretado por Gary Bond, un personaje que le tuvo que marcar, como Martin Sheen con Apocalypse Now, pero Wake In Fright no sería lo mismo sin Donald Pleasence, excelente en todo momento y en su salsa. Película no apta para todos los estómagos, como tampoco puede ser beberse una cerveza de un trago, una detrás de otra, pero si los encantadores habitantes de Bundanyabba pueden hacerlo también un cinéfilo que se precie debe probar experiencias como Wake In Fright. Y mucho más infernal y brutal que todo lo que se muestra en esta película puede ser la actualidad o la programación televisiva, repleta de politicastros y secesiones que colman de placer a la mayoría de los habitantes de este lado del infierno.