Nada más salir White Cowbell Oklahoma uno se da cuenta de que el nombre no engaña para nada. Hay un tipo tocando un cencerro blanco. No los conocía de nada pero me ganaron con ese rock'n'roll sureño y furioso, con guitarras dobladas y hasta triplicadas algunas veces, con garra y un sonido atronador. El del cencerro es un espectáculo, y a veces hacía chispas ayudado de una radial y le prendía fuego, aparte de que nos dejó chorreando de cerveza a unos cuantos.
Aún sabiendo que no iba a estar Chris Chew al bajo con los Allstars en esta ocasión no me quería perder a los hermanos Dickinson. No se muy bien realmente por que no les acompaña en esta gira, por ahí dicen que es por algo de un coro de una iglesia, o de que tiene que conducir un autobús por no se qué. En todo momento se echa en falta el bajo, la voz y la personalidad de Chris, pero también hay que decir que Luther y Cody son de lo mejor, y que ya el 66,66 por ciento de los Allstars es más que tantos y tantos grupos. Hay gente que se ha quejado de que su concierto duró mucho, casi dos horas, pero joder, llevaba cinco años esperando a verlos de nuevo y no me voy a quejar de que hicieran un concierto largo.
Se dedicaron a repasar toda la discografía, tocaron mucho del ultimo y aparte de sus homenajes a R.L. Burnside y Junior Kimbrough lo mejor fue el Going Home que se hicieron a duo con las acústicas y el Hear My Train A'Coming de Hendrix, con un Luther espectacular, un tipo que es capaz de hacer maravillas con las guitarras más ridículas que te puedas encontrar, no solo con la de la caja de puros Macanudos, también sacó una que parecía que estaba hecha con una lata de tomate de un kilo, o algo así.
Las imágenes tienen vida y hasta parece escucharse la canción.
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