Mi primer encuentro, que recuerde, con el trabajo de este actor, director, escritor y productor fue de la mano de Deadwood, esa enorme serie de la HBO que lanzó a la gloria al enorme Ian McShane y a ese personaje inmortal por su dureza y su inteligencia a partes iguales, su Al Swearengen triunfó debido a su mordacidad, su vocabulario lleno de "cocksuckers" por todas partes y un instinto de supervivencia que puede con todo. De entre todos los personajes secundarios McKinnon y su reverendo Smith era uno de los que aportaba algo que ayudó a que la serie fuera tan especial. Personaje delirante, un predicador rodeado de criminales, prostitución, juego, alcohólicos y tipos de la peor calaña, un hombre excéntricamente místico y aquejado de convulsiones por un tumor cerebral que en manos de McKinnon adquiere un surrealismo y una humanidad tan incómoda como digna. Una actuación quizás algo pasada de vueltas en ciertas ocasiones, pero una de las que perdura en la memoria junto a la de McShane. De todas formas, McKinnon ya había actuado en una enorme lista de films, incluyendo O Brother!
Andaba Sons Of Anarchy por la cuarta temporada, buena serie a la que quizás le sobren muchas cosas para que pueda estar al mismo nivel que Deadwood o Los Soprano, pero en esa temporada se cuenta con McKinnon para dar de vida a un personaje que se convierte en una de las mejores cosas que le han pasado a la serie, junto a Katey Sagal y su interpretación de Gemma, madura, sexy y con mala hostia a partes iguales. La actuación de McKinnon dando vida a un fiscal que busca las cosquillas de todo Dios es más brillante aún de lo que esperaba. Su presencia, su entonación, sus pausas, su lenguaje corporal y su intensidad dota a Lincoln Potter de un interés que no tiene la mayor parte de la serie. Una actuación fantástica, de autor, que en manos de otro actor ese personaje hubiera sido otra cosa. McKinnon es único y ofrece cosas que sólo él puede. Delirante es el final de su participación en la serie, todo un homenaje a sí mismo y a sus seguidores.
Pero en realidad McKinnon es mucho más que un excelente secundario, tiene una trayectoria a sus espaldas marcada por la independencia y la convicción en todo lo que hace. En 2001 ganó una estatuilla por su corto The Accountant, una comedía surrealista, o una denuncia de la absurda sociedad actual, como se quiera, pero Ray dirige, escribe e interpreta maravillosamente en esta extraña historia al contable más divertido, absurdo y cervecero de todos los tiempos. Una historia de humor sureño norteamericano que pone el dedo en la llaga. Llegó a contactar con Drive-By Truckers para usar su música en el corto, aunque finalmente no llegó a usarla, pero dice McKinnon que la música de los Truckers cambió su vida y además de ser amigo de la banda ha llegado a emplear su música en películas como Chrystal y That Evening Sun.
Chrystal, con McKinnon como director, guionista y como actor, secundando a todo un Billy Bob Thorton en plenitud y en una de sus interpretaciones marca de la casa que encuentra como insólita horma de su zapato a un McKinnon en su onda más desfasada pero sin dejar de satisfacer a sus seguidores. Chrystal es otra obra tan personal como The Accountant, con el sur profundo estadounidense como escenario de redención entre una fauna de lo más pintoresca, una película pausada pero llena de intensidad.
Otra de sus buenas participaciones como actor secundario se puede encontrar en otra obra tan sureña como personalísima, Mud de Jeff Nichols, otro director con especial predilección para un tipo de cine con parámetros parecidos a McKinnon aunque con una onda algo menos psicodélica dentro de un ruralismo con toques kafkianos. Hay que decir que en Mud además tenemos a la redención de un actor tan denostado como Matthew McConaughey, que también tiene en la serie True Detective otra muestra de un talento que antes parecía inexistente.
Lo más reciente de McKinnon es su labor como creador de una serie tan personal y desasosegante como Rectify, con una estupenda primera temporada llena de una calma tensa que corta el ambiente como un cuchillo, un prodigio extraño por lo original y la temática, que es difícil de predecir hacia donde se dirige con otra historia de redención dentro de una sociedad escrutadora que no da respiro al protagonista.
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