Tener talento para el humor no es poca cosa, y Ricky Gervais lo tiene, y de sobra. Viéndole, por ejemplo, en la serie The Office (la original, la británica) Gervais consigue lo que poca gente puede, en un tremendo tour de force se supera a sí mismo episodio tras episodio logrando que su personaje sea cada vez más y más gilipollas según avanza la serie, y eso que ya en el primer episodio David Brent difícilmente puede resultar más imbécil. Lograr pegarte a la pantalla y querer seguir las andanzas de semejante fantasma y arrancar risas haciendo que su personaje más que resultar gracioso de auténtica vergüenza ajena, tiene mérito.
También su presencia en una película como Ghost Town resulta brillantísima, y ya decía mucho de la variedad de su repertorio. Su personaje es aquí muy diferente al de The Office, se trata de un dentista que hace de la misantropía un estilo de vida, por mucho que se redima con un final feliz que era algo innecesario. Sin llegar a intentar imitarlo se puede decir que su papel en ese film es lo más parecido que se puede encontrar estos días a los personajes que solía hacer el incomparable W.C. Fields, un tipo adorablemente mezquino e insoportable, y eso también tiene mucho mérito.
Por eso y otros de sus trabajos como Life's Too Short o An Idiot Abroad se puede considerar a Gervais como el mejor cómico actual, si acaso compartiendo trono con Larry David, por lo que pensé que con Derek, iba a continuar la fiesta. Es uno de sus más recientes trabajos y en el que ha tenido todo el control, dirigiendo y escribiendo cada episodio. Pero aunque dé la impresión de que se ha intentado colocar comercialmente como otro producto Gervais está muy lejos de todo lo que había hecho anteriormente. Ya el episodio piloto te deja descolocado y sin saber como reaccionar, que es algo que debería pasar más a menudo. A pesar de que la serie esté rodada al estilo The Office la historia tiene, en general, un tono totalmente diferente. Trata del día a día de un humilde asilo con un montón de problemas económicos y de dificultades pero en el que los internos están encantados, hay buen ambiente a pesar de la deteriorada salud de los ancianos y desde luego que no quieren irse a una residencia de mayor envergadura donde los cuidados son mucho peores y la expectativa de vida media de los internados es por lo general mucho menor. Gervais interpreta a Derek, uno de los cuidadores al que los ancianos adoran, que trabaja por un mísero sueldo y presenta síntomas de autismo. Cuando se pasa la sorpresa inicial de ver el tono y la temática en general que tiene la serie hay que decir que Gervais ha conseguido hacer un trabajo fenomenal, todo es muy humano y emotivo, resulta muy difícil permanecer indiferente. Y lo más sorprendente de todo es que también hay situaciones cómicas de Derek y sus colegas de trabajo, un par de personajes tan estrafalarios como divertidos, sin que en ningún momento se tenga el mal gusto de intentar hacer reír a costa de ancianos abandonados por sus familias o de gente con trastornos de personalidad. Todo un logro combinar en los poco más de 20 minutos de cada episodio una humanidad tan desarmante, crítica social y risas, y eso sin que el producto final sea un batiburrillo indigesto, lo que coloca a Ricky Gervais como algo más que un tipo gracioso. Mucho más.
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